Ya era hora de abandonar mis
escarceos veraniegos con otros tipos de novela para centrarme en la novela negra, por la que
siento auténtica devoción.
Esta vez me he decantado por la
segunda entrega de la serie protagonizada por la valiente inuit Edie Kiglatuk. Y lo he hecho debido a que esta
semana una compañera de trabajo que se ha jubilado recientemente me ha hecho un
regalo. Me encontré encima de mi mesa un ejemplar de Calor Helado, el primer
libro, que ya he posteado anteriormente, y que me encantó. Bueno, pues este
regalo venía firmado con una emotiva dedicatoria para mí, lo que me ha resultado enternecedor.
Así, para dar las gracias a mi
amiga Águeda por su regalo tan especial, voy a dedicarle el post de la
siguiente novela de McGrawth, publicada en 2012.
Edie y Derek Palliser abandonan
su Autisaq natal para viajar a Alaska,
acompañando a Sammy Inukpuk , el ex marido de Edie, ya que participa en una
carrera de trineos tirados por perros.
Como no puede ser de otra manera,
se ven inmersos en una investigación al encontrarse Edie con el cadáver de un
bebé en la nieve.
Engloba esta aventura las
características de la anterior novela, la magnífica descripción de los
espectaculares paisajes helados, las extravagantes peculiaridades de los inuit, las particularidades
de la protagonista, una mujer testaruda, audaz, independiente, con un acusado
sentido de la justicia, y un enorme secreto. Aunque no cree en la justicia de
los qalunaat, los blancos, cree en la justicia de las fuerzas de la naturaleza,
como buena cazadora, y nada le frena en su búsqueda de la verdad, ni siquiera
los miembros de una supuesta secta rusa llamada Los Oscuros Creyentes.
Al inicio del libro incluye un
mapa, de gran ayuda para situarse geográficamente, ya que la acción se
desarrolla en la localidad de Anchorage (con esa deliciosa sonoridad de su pronunciación
en inglés), y continúa a lo largo del inhóspito bosque alasqueño hasta Nome,
cerca del Estrecho de Bering.
Al final del libro, para gran
regocijo mío y de mis amigos (y hermana) filólogos, la autora ha incluido una
nota acerca del idioma inuktitut, que para ellos diré, es una lengua polisintética muy elaborada de
la familia esquimo-aleutiana. Esta nota se justifica ya que la autora del libro
es una estudiosa de la raza inuit, y posee un vasto conocimiento acerca de todo
lo referente a este grupo humano procedente de una parte del mundo tan distinta
a la nuestra, y por ello, me gustaría
deleitarme y a vosotros con unas notas que me han llamado poderosamente la
atención:
“Zach era inupiaq; procedía originalmente
de la isla Diómedes Menor, en el estrecho de Bering. Su esposa había nacido en
la isla hermana, Diómedes Mayor, a solo cuatro kilómetros de distancia. En los
ochenta, la Diómedes Mayor pertenecía a
la Unión Soviética, mientras la Menor pertenecía a los Estados Unidos. Desde
los años cincuenta, los americanos y los
soviéticos habían construido enormes e intimidantes puestos de control militar
en sus respectivas islas e impedían que las poblaciones locales se visitaran
mutuamente”.
“En casa, ella se conocía el
terreno como la palma de su mano. Todo tenía un nombre inuktitut y una lógica inteligible
para ella: los ríos se nombraban según la clase de peces que albergaban o según
la época de su deshielo; los acantilados se conocían por los pájaros que anidaban
en ellos”.
Altamente recomendable, si te has
leído Calor Helado; si no te lo has leído, primero aquel y luego El niño de la nieve, ya que son aventuras
diferentes, pero les une un hilo argumental.
Espero que disfrutéis.
Gracias, Erica por tus interesantes comentarios y recomendaciones. Como ya leí "Calor helado" (y me encantó) éste será el próximo título a leer, en cuanto termine el que tengo entre manos: "Conjura del pasado", de Mary Jane Clark. Saluditos. Águeda.
ResponderEliminarGracias a tí ,Águeda, por tu comentario, por regalarme el libro y por "presentarme" a esta genial escritora. Un beso enorme.
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